Uno de los elementos que introduzco
cuando realizo trabajo cooperativo en el aula es el tiempo para determinar los
plazos de entrega en el material, el producto…
La explicación es sencilla y, de alguna
manera, todos lo hemos vivenciado cuando, trabajando por objetivos o
comprometiéndonos a la realización de algún trabajo, hemos tenido una fecha
para su entrega que nos obligaba, sí o sí, a dar cuentas de lo realizado. El
tiempo focaliza, transmite tensión y centra la tarea.
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Por ello, aprovechando la presencia de
los medios en el aula, proyecto sobre la pantalla la hora o una cuenta atrás
visible en todo momento a los alumnos. De esta manera, todos tienen consciencia
de la misma hora que determina los plazos. Además, apunto sobre la pizarra la
hora de entrega (ni un segundo más y, normalmente, solemos acabar 7 minutos antes de la finalización de la sesión para: organizar el aula en individual y, desde esta distribución, que los alumnos se autoevalúen entre ellos y cumplimenten el "Diario de aula") y la penalización en el caso de que se
exceda del tiempo marcado (suelo indicarles que, no entregarlo, supone una
penalización del -30% de la calificación del producto). Esta penalización, que
en un primer momento les parece exagerada (lo es pero ¿quién imagina que no se cumplirá con los plazos cuando el procedimiento es tremendamente informado?), es justificada a los alumnos como
algo cotidiano para cada uno de sus padres y madres cuando, conocedores de los
plazos que determinan las obligaciones como ciudadanos con la Agencia
Tributaria, se exceden de los mismo. En este sentido, creo que es importante
recogerles el trabajo penalizándoselo que no recogérselo pues se nos presentará
el problema de la evaluación y posterior calificación del trabajo realizado.
Así, mejor generar la situación para tener algo que no tener nada como consecuencia de una mala gestión del tiempo.
Es interesante comprobar como los
alumnos, en su libertad al respecto de gestionar sus esfuerzos en el aula, van
centrándose a medida que se agota el plazo. El clima de concentración y trabajo
respecto de la tarea en la última sesión es impresionante. Si en alguna ocasión
he escuchado que el volumen y la dispersión durante las "sesiones en grupo" es
elevado y molesto, mis experiencias con el tiempo y los plazos son fantásticas
hasta el punto de que, por hacer la prueba, he abandonado el aula y los
alumnos no han sido conscientes por encontrarse completamente centrados y
trabajando en la tarea.
Por otra parte, respecto al cuánto del
tiempo, obviamente, creo que se debe de buscar un equilibrio entre el objetivo
a realizar y el tiempo a dar. En todo caso, parece preferible que el plazo sea ajustado. Así, se controlan las divagaciones por parte de los alumnos y, si fuera necesario, desde
nuestra observación, podríamos ampliar el margen cuando observemos que,
mayoritariamente, los alumnos no han realizado la tarea.
Como anécdota, indicar que el año pasado (Curso 2014-2015) un
grupo de alumnos de la ESO entregó el material unos segundos después del plazo
determinado habiendo sido informados al inicio de la clase de la penalización
correspondiente. Su indignación era mayúscula y su argumento al respecto de
su incumplimiento que: "solo se habían pasado unos segundos el plazo indicado". Claro está, los mismos alumnos se dieron respuesta a sus ajegaciones; por mi parte, me ratifiqué en el procedimiento informado.Obviamente, la penalización se hizo efectiva, los alumnos no volvieron a
entregar tarde ninguna entrega más y, por otra parte, se trabajo la importancia
que tienen los plazos de entrega cuando, en la vida real, tenemos que
enfrentarnos a las Administraciones. Al final, la clase de filosofía se convierte en un medio para hacer ciudadanos responsables en sus plazos con la sociedad... Cualquiera de nosotros, ¿nos imaginamos dando una explicación del tipo "solo han pasado unos segundos" ante un plazo para una Beca, el IRPF, el cobro de un premio...?
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